Esta última semana hemos tenido ocasión de escuchar, y ha sido un lujo, a varias maestras del feminismo, en unas jornadas organizadas por la Plataforma de Apoyo al Lobby Europeo de Mujeres, en Écija, y en las jornadas programáticas que, con motivo de las próximas elecciones autonómicas, tuvieron lugar en Sevilla el pasado sábado.
Es conveniente escucharlas de vez en cuando. Hablo, por ejemplo de Rafaela Pastor, presidenta de la Plataforma, o de Susana López Blanco, de la Federación Nacional de CCOO y del PCE.
Aunque desde distintos ángulos, tanto una como otra, nos ha hecho reflexionar y alertado del momento tan peligroso para el feminismo.
La crisis económica nos está llevando, a las mujeres a una regresión social, política e ideológica.
Los recortes sociales inciden gravemente en la calidad de vida de las mujeres especialmente porque además de ser las que más sufrimos el paro, las peor pagadas y las que tenemos los trabajos más precarios, el “ahorro” en prestaciones sociales como en escuelas infantiles, centros de mayores, Ley de dependencia, nos condena a los trabajos de cuidado, a la situación de “inactivas”y a la dependencia económica, muchas veces, como subsidiarias de los hombres.
Los recortes en el sector servicios como la sanidad o la educación, ocupado en su mayoría por mujeres, nos afecta especialmente.
La vuelta de los parados de la construcción al sector agrario reduce considerablemente el trabajo de las mujeres en el sector.
Esta situación tiene como consecuencia el aumento de la desigualdad y el aumento de violencia contra las mujeres, porque su liberación parte de la liberación económica.
La regresión política es patente: en el Congreso de los diputados hay, actualmente 250 hombres y 100 mujeres. Esto es debido a la desproporción entre el nº de hombres y mujeres que encabezaban las listas electorales. Eso es así en todos los partidos
Que en pleno siglo XXI, el que llamaban “siglo de las mujeres” debido a que somos las mejor preparadas y cualificadas de la historia, es una vergüenza y una degeneración democrática, además de un retroceso del estado de bienestar, puesto que está más que demostrado que las sociedades más productivas son las más igualitarias.
Pero con todo eso, lo peor es la regresión ideológica.
El feminismo, como movimiento filosófico y político, antipatriarcal y anticapitalista, que debe impregnar todas las áreas de actuación política y social de igualitarismo, está en regresión, porque hemos bajado la guardia.
Las mujeres y hombres de izquierda, que creemos en los derechos humanos, tenemos que ser feministas, a la fuerza.
Y tenemos, tanto unos como otras, que luchar por no dar ni un paso atrás en nuestras conquistas, por llevar a las bases , a las asambleas el mensaje feminista y debatirlo, hacer propuestas, exigir y no transigir ni un ápice en la Igualdad.
Parafraseando a Rosa Luxemburgo: Feminismo o barbarie.
